La fuerza de cualquier organización está en la construcción colectiva, la cual se relaciona con múltiples factores, a partir de una realidad determinada, concreta. Entre ellos podemos destacar dos que consideramos claves: por un lado, la cuestión de la formación de la conciencia, de la organicidad de sus miembros y, por otro, la capacidad de movilización y lucha –las verdaderas parteras de las transformaciones. La fuerza del pueblo está, justamente, en su organización y su lucha. Pero la fuerza también reside en la claridad de sus objetivos, tanto inmediatos como estratégicos, pues es en función de ellos que se construye la estructura orgánica y se definen las tácticas y estrategias de lucha.
Estos objetivos, además, sirven de orientación para todo el proceso de formación que se desarrolla en su interior. A lo cual podemos agregar que la fuerza también está en los valores humanistas y socialistas que cultiva y propaga la organización. La fuerza está en los principios éticos y morales revolucionarios, está en la afectividad y solidaridad con otros sectores sociales, en la capacidad de alianzas con otras fuerzas en lucha. Sin embargo, toda esa fuerza debe ser construida tanto desde el punto de vista de la elaboración teórica, como desde el punto de vista práctico.
Vivimos en una sociedad que prácticamente separó dos aspectos que deben, desde nuestro punto de vista, ser una unidad dialéctica. Nos referimos a la separación entre los que piensan, dirigen y entre los que hacen, ejecutan. La separación entre el trabajo intelectual y el trabajo manual. No podemos repetir esa práctica en las organizaciones que buscamos la transformación de la sociedad.
Entonces, buscando cada vez más la superación de esa dicotomía, es que el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra –MST– siempre se ha preocupado en articular las dos esferas. Por eso, para nuestro movimiento el estudio es fundamental. La apropiación del conocimiento
científico, de las experiencias históricas, de las estrategias de lucha, de organización y también la formación política, son condiciones esenciales para el avance de una organización en la cual sus miembros se transforman en sujetos políticos con capacidad de pensar, de elaborar, de hacer.
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